Verónica, la trascendental
¡Verónica no ha muerto!
¿En serio creyeron que Verónica iba a suicidarse al final del puente? No, se han equivocado. Ella existe. Ella no muere. Ella está aquí. Ya sea en la 22, en la Jiménez, en la avenida Caracas, en mi imaginación, en mi cabeza. He visto a Verónica saliendo del agua, llena de basura, de mugre, levitando entre los indigentes y los jóvenes alcohólicos del Parque de los Periodistas. Todos están atónitos, no pueden creer que la realidad de mi cabeza se mezcle con la imaginación del mundo ¨real¨.
¿Alguna vez has pensado hasta qué punto todo llega a ser real? ¿Y si lo que es real para ti, para mí no lo es? ¿A quien le hago el reclamo? Voy a sacarme los ojos con una cuchara y ponérmelos de vuelta, al revés. Ese es el mantra de nuestra salvadora Santa Verónica.
La gente lo está comenzando a hacer. Si, con los ojos ensangrentados y al revés, es hermoso ver la sonrisa que todos dibujan en sus rostros, es increíble. ¨No es tan difícil, solo debes confiar en ti misma. Toma, usa tu propia cuchara, solo así funcionará. ¡No es autodestrucción, es evolución! ¨, dice una poeta local mientras le comenta a su compañera de bebidas que también se está sacando los ojos.
¿De qué te horrorizas, querido lector? ¿De saber que la felicidad está dentro de ti? ¿De darte cuenta de que no debes mirar hacia afuera y buscar durante toda tu vida lo que ha estado desde que naciste, dentro de ti mismo? ¿te duele saber la verdad? ¡No huyas!
¡La felicidad está dentro de tus entrañas! ¡Voltea tus ojos con la cuchara de la verdad!
Recuerda: Solo funciona si tu mismo te volteas los ojos. Nadie más, solo tu.
¡Verónica, te amamos!
Bogotá es una ciudad feliz y de ciegos autodidactas.
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