Un domingo te conocí

Far away

Estaba el cielo nublado, las calles interminablemente solas y yo te esperaba en mi bicicleta. 

A lo lejos llegabas tu pedaleando, parecía que acabaras de llegar de otra dimensión, llena de colores, sonidos e ilusiones ópticas jamás vistas. Nos dirigíamos hacia el centro de Bogotá, tratando de lidiar con la monotonía del aburrimiento del domingo que nos trataba de absorber. Algunas veces mientras voy pedaleando me gusta dejarme llevar, no pensar en nada, elevarme y dejar el plano terrenal, sintiendo que cada pedalazo se comienza a sentir como pasos ascendiendo una escalera que me lleva a lo más alto posible. 

No, no me lleva a Dios. 

Va más allá, atravesando el universo, millones de kilómetros, alejado de este planeta Tierra. Un lugar donde pensar. Un lugar donde reflexionar. Una luna que no esté tan gastada como la nuestra, a causa de los poetas que la han desgastado con sus poemas. Quiero llegar a la luna Titán de Saturno. Donde no exista el mismo oxigeno que tu respiras, donde la asfixia sea excitante no por la sensación de ahogarme, sino de regocijo al estar alejado de todos. De comprender lo incomprensible.  

Dejaré de ser una masa con carne y huesos con un potencial increíble que prefiere dejarse afectar por los pensamientos y desperdiciar todo por la procrastinación. Dejaré de encontrar excusas para los proyectos que siempre quise hacer y finalmente nunca terminé. ¡Pero esperen! ¡Hay una chica conmigo! 

Ella piensa un poco diferente, quizás en sentido contrario. Siente que desciende hacia la desesperación de nuevo, los pedalazos se convierten en pasos hacia una escalera, descendiendo por la misma.  

Ella va hacia abajo. 

¨ ¿Será la misma sensación de nuevo? ¿Volveré a caer? ¿Estoy repitiendo el camino de mi madre y mi padre otra vez, después de haber jurado no ser como ellos? ¡No! Quiero morir joven, no quiero ser una chica con un destino de sufrimiento. ¡Quiero ser feliz! ¿A dónde van las personas felices en este mundo? No las volví a ver, la rutina salvaje ha acabado con ellas. Son grises. No existen más. ¨ 

Ahora somos un mismo ser. Hemos llegado al centro de Bogotá. La exposición en el museo estuvo hermosa, la cerveza estuvo roja, y la noche estuvo sin un final. Un domingo te conocí, un domingo te hice reír, un domingo te convencí y un domingo te llevé a la luna Titán.  

Quiero asfixiarme contigo en la atmosfera de una fría luna a millones de kilómetros, lejos de todos, nadar en ríos de metano líquido, y recostarnos en la superficie mientras nos llueve algo no tan similar a la lluvia de la Tierra, pero con muchos compuestos químicos diferentes, mucha química, igual a la química que hay ente tu y yo.   

Finalmente viendo al grandioso Saturno Sideral en el cielo nos hará morir felices.  

Y luego morir, después de pensar que un domingo te conocí. 

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